Caminad juntos en unidad... Haced sentir que sois la Iglesia. Homilía Misa de Influencers Católicos en la JMJ


Homilia del Card. Tolentino : “DIGITAL INFLUENCERS”

 Queridos hermanos y hermanas 

En la primera lectura y en el salmo que hoy hemos escuchado se nos presentan dos modelos de ciudades: Jerusalén y Atenas. Jerusalén ha sido descrita por el paradigma de la unidad y de la cohesión. En efecto, uno de los elogios más bellos hechos a Jerusalén es aquel que se narra en el salmo ciento veintidós: “Jerusalén construida como ciudad bien compacta y armoniosa”. En cambio, Atenas es, si se quiere, lo contrario de Jerusalén: una ciudad que sigue un modelo múltiple, acogiendo componentes heterogéneos, aprovechando esta apertura a la diversidad. Jerusalén es, por excelencia, una ciudad sagrada. Si comparamos a ambas, Atenas pareciera ser profana. Sin embargo, es el mismo apóstol Pablo el que nos ayuda a entender que tal vez no sea así. Él dice, por ejemplo, que los atenienses son “los más religiosos de todos los hombres” (Hch 17,22). La cuestión es que, en Jerusalén, la geografía de lo religioso tiene una dinámica estable, explícita, bien reconocida. En Atenas, por su parte, lo religioso estaba implícito, disperso tanto desde el punto de vista de las ideas como de las emociones. Dios está presente, mas es desconocido. Pablo afirma: “Atenienses, mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que vosotros tenéis, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: «Al dios desconocido» (cf. Hch 17,23) 

Un hombre, como San Pablo, por su formación y convicción está más cerca de Jerusalén que de Atenas. Pero Pablo, al encontrar a Cristo, descubre en sí la urgencia del diálogo y de la misión en los nuevos espacios. No sé si notaron el detalle del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que fue proclamado: Pablo traslada el cristianismo del interior de la sinagoga al Areópago. Hace del cristianismo no sólo un tema que interesa a las personas religiosas, sino que se atreve a anunciarlo en el espacio público. Pablo se esfuerza por lograr una predicación más transversal y adaptada a un público culturalmente diverso. Con Pablo, el cristianismo gana la amplitud y universalidad que el mismo Jesús nos dejó como mandato (Mt 28,19-20): “Id, y haced discípulos en todas las naciones -subraya muy bien- todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El impacto del cristianismo se juega también en la capacidad y en la energía para traducir culturalmente el mensaje de Jesús.

 Queridos digital influencers 

Mirándoos, en este momento de encrucijada epocal que estamos viviendo, me dan ganas de deciros a cada uno: ahora te toca a ti. Te toca a ti enamorarte de Cristo, hacer de Él el centro de tu historia personal, experimentar lo que Jesús nos dice al final del Evangelio de Mateo como una verdad que no nos abandona: “Y yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Jesús está contigo. El cristianismo necesita testigos que digan precisamente eso, que lo expresen de manera creíble ante todo con sus propias vidas. El cristianismo contemporáneo necesita esta credibilidad existencial por parte de los cristianos. Pero también necesita credibilidad cultural. Lo peor que nos puede pasar es hablarnos a nosotros mismos, reducir la experiencia de fe a una conversación clandestina o al círculo de los que ya están convencidos, aferrados a un lenguaje que los hombres y mujeres de hoy no entienden. Jesús es una buena noticia. La misión de hoy te pide que habites los nuevos Areópagos. Pide imaginación y valentía para anunciar la fe fuera de las puertas, en contextos heterogéneos, donde la presencia tradicional de lo religioso no llega, o llega de manera transformada y enrarecida. Así como el esfuerzo de Pablo por llevar el cristianismo de Jerusalén a las ciudades paganas fue decisivo para la expansión del cristianismo, poniendo el cristianismo en el mapa, hoy la Iglesia necesita de vosotros, queridos digital influencers, para ser levadura de esperanza en estos nuevos espacios de construcción social que son las redes sociales y las redes digitales. Como bien sabéis, hoy la cuestión ya no es si vamos o no a interactuar con la cultura digital, porque eso se ha convertido en un hecho irreversible. El punto de reflexión que se nos impone es saber hacerlo. 

Entonces, cómo hacerlo? Escuchando el Evangelio, comprendemos que Jesús habla en plural a una comunidad de discípulos. El cristianismo no nos pide heroísmos solitarios, sino la audacia de tejer auténticas relaciones de comunión. La Iglesia es un trabajo en equipo. Por ejemplo, en el pasaje de Hechos escuchamos sobre Pablo, pero también sobre Silas y Timoteo. De hecho, el apóstol aprovechó una red de colaboración misionera y así el cristianismo ganó una movilidad sorprendente en las ciudades del Imperio Romano. A veces, lo que se ve es que las redes sociales funcionan como una burbuja, donde la polarización y el rechazo se normalizan fácilmente. A veces, lo que vemos triunfar es la lógica del espejo y una cierta tribalización del discurso, muy diferente de la misión sinodal que Jesús nos encomienda. Él nos exhorta a caminar hacia los demás. Para eso, tenemos que aprender a reconocer a nuestro prójimo, e incluso a nuestro “prójimo digital”. En este sentido, las Jornadas Mundiales de la Juventud son un gran evento, ya que conectan a más de un millón de jóvenes que se miran cara a cara, para demostrarle al mundo que la guerra, que la dictadura de la indiferencia y la desigualdad entre los seres humanos no son una inevitabilidad. Vosotros, queridos jóvenes, hacéis realidad el sueño del Papa Francisco cuando nos habla de la necesidad de construir una “cultura del encuentro” y nos desafía a protagonizar juntos “el sueño misionero de llegar a todos” (cf. Evangelii Gaudium, 31). 

Queridos digital influencers 

No escuchéis a los pesimistas profesionales que se alegran de vender ruinas y puestas de sol. Es suficiente mirar a vosotros para sentir que el día amanece. El Santo Padre, hablando a los jóvenes, insiste tanto en que no dejéis que os roben vuestros sueños. Haced sentir vuestra capacidad de soñar, vuestro deseo en el corazón de la Iglesia. Haced sentir que sois la Iglesia. Llenadla de vuestra juventud, de vuestra alegría. Actuad como corresponsables de ella y de su misión. Caminad juntos en unidad, en las diferentes Iglesias locales con vuestros obispos, y en la Iglesia Universal con el Santo Padre. Ayudad a convertir los inviernos en primaveras. Un gran poeta portugués, António Ramos Rosa, escribió en una poesía: “No puedo posponer el amor para otro siglo/... No puedo posponer el corazón”. Gritad lo mismo, queridos jóvenes. Y a la llamada de Cristo, que hoy pasa por vuestras vidas, decid “presente”, “aquí estoy”. Este es tambien el ejemplo y la fuerza que nos da María Santísima. Y nos consagramos a su protección.