Mientras más van a la iglesia más malos son

Repetidas veces escucho esta frase: “Mientras más van a la iglesia más malos son” de personas que hacen referencia al comportamiento de muchos de los que sirven en la iglesia o trabajan en cosas relacionadas a la fe. Y no solo de católicos, sino de todas las denominaciones.

Uno al escuchar estas cosas se ríe, se molesta o ignora, pero creo que es bueno, sobre todo en este tiempo de semana santa hacer esta reflexión.

Esta frase, aunque no se crea es muy profunda, porque habla del testimonio que debemos dar como cristianos, que muchas veces dista del comportamiento que tenemos.

La conversión de los demás se da mas por lo que se ve que por lo que se dice.

Aquí hay dos formas de ver el tema, dejar de ir a la iglesia por lo que hacen o no los demás no está bien porque debemos ir por nuestra fe, no por la de otros; pero ciertamente todos estamos llamados a dar testimonio y mucho es el daño que podemos hacer a otros con un mal ejemplo de vida cristiana.

Tenemos que recordar que el mandato de Dios es claro en su palabra:

“Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” Hechos 20,24.

“Cumple cuidadosamente los mandamientos del Señor tu Dios, y los mandatos y preceptos que te ha dado.” Deuteronomio 6,17.

“Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños...” Hechos 26,22-23.

“Cuando fui a vosotros, hermanos, proclamándoos el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría, pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y con temor y mucho temblor.” 1 Corintios 2,1-5.

“…pues nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como sabéis qué clase de personas demostramos ser entre vosotros por amor a vosotros”. 1 Tesalonicenses 1,5.

“…y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.” Santiago 4,17.

“Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.” Mateo, 18,6

 

Mateo 23, 1-7 y 21-23

 

Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos:

«Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés. HAGAN Y CUMPLAN TODO LO QUE ELLOS DICEN, PERO NO LOS IMITEN, PORQUE ELLOS ENSEÑAN Y NO PRACTICAN. Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas. Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente y los largos flecos de su manto. Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas. Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro.

El Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad”.


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