El arbolito y los cristianos

 


Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino Idrasil" o el "dios Odín".

A este dios se le rendía culto cada año, durante el solsticio de invierno, cuando para ellos, se renovaba la vida. La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol.

En torno a este árbol bailaban y cantaban adorando a su divinidad.

Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que representaba al dios Odín y en el mismo lugar plantó un pino o abeto, símbolo del amor perenne de Dios.

Lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano. Era curioso ver abetos "cargados" de manzanas. De esta manera tan pintoresca, los cristianos de la Edad Media pintaban de sentido cristiano sus celebraciones familiares.

Las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

Desde el siglo XVII, junto a las manzanas cada familia cuelga una oblea. ¿Por qué? A la manzana, que ha sumergido al hombre en este valle de lágrimas, se contrapone la oblea, que representa el pan de vida. Y poco a poco, con el correr de los siglos y de la imaginación, se le han añadido dulces y golosinas, luces y colores, esferas y figuras.

El antiguo y legendario árbol del primer pecado reconquista un nuevo verdor. El árbol de Navidad vuelve a ser el árbol de la vida.

Los mismos cantos recuerdan ecos lejanos: "Hoy nos vuelve a abrir la puerta del Paraíso. El querubín ya no la defiende. Al Dios Omnipotente alabanza, honor y gloria".

Esta costumbre alemana se difundió por toda Europa en la Edad Media. Por medio de la Conquista española y las migraciones, la tradición llegó a América.

Poco a poco fue evolucionando: se cambiaron las manzanas por esferas y las velas, por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.

Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino que representa la fe que debe guiar nuestras vida.

Se suelen poner adornos de diversas figuras en el árbol de Navidad. Éstos representan las buenas acciones y sacrificios: los "regalos" que le daremos a Jesús en la Navidad.

Las esferas han cambiado su simbolismo y ahora se les atribuye ser el símbolo de las oraciones que hacemos durante el periodo de Adviento, teniendo sus colores también un significado simbólico.


Fuente: Catholic

VIENDO LO ANTERIOR:

En este espacio siempre nos hemos preocupado por investigar el origen de los elementos que utilizamos e introducimos en nuestra cultura para tratar de entenderlos y además estar conscientes de lo que concuerda con nuestra fe y qué no. 

Para el caso del arbolito, vemos cómo una tradición pagana puede incluirse en nuestras actividades sin contradecir el dogma de nuestra fe. Convertimos un elemento pagano en un símbolo de la fe. Transformando cualquier cosa en un signo de la fe. 

Muchos cristianos critican el uso de los arbolitos, pero siempre les invitamos a profundizar. Si vemos cada sentido de los elementos que componen el arbolito y lo relacionamos con la vivencia espiritual vemos una gran riqueza. 

Recordemos que el sentido de la navidad es la llegada del Salvador. Conmemoramos el mayor milagro que es la entrega del hijo de Dios haciendose cuerpo y sangre. 

Yo misma muchos años discutía sobre qué era más importante, navidad o semana santa, pero no podemos poner a competir estas fiestas. Sin una no llega la otra. Así de simple... cuando entendí eso, empecé a disfrutar la navidad tanto o más que la semana santa.

Aprendamos a ver a Dios en todas las cosas. 

Seguimos creciendo en la fe...