Aunque siempre he sentido un respeto muy especial por la madre de mi Salvador.
A medida que fui creciendo empecé a tener varias experiencias que me acercaron a nuestra madre celestial.
Varios amigos me regalaban en mis cumpleaños varios artículos con su imagen. Amigos que no se conocían entre sí pero siempre me regalaban la misma advocación, la de Fátima.
Recuerdo una vez, en el grupo de oración, que (en medio de mi proceso de conversión verdadera, a días de mi encuentro con el Señor) ví la imagen de la virgen de Fátima. En ese tiempo no conocía esta advocación. La había visto pero ni sabía cómo se llamaba. Así seguí viéndola en mis sueños hasta conocer bien su historia.
Cómo ven en las imágenes, el 13 de mayo de 2014 hice una publicación desde el fondo de mi corazón en mi perfil de Facebook donde le pedía a la virgen de Fátima que intercediera por esa petición que guardaba en mi corazón.
Dos años más tarde, el Señor me regaló la dicha de ser madre, justo el día de la virgen de Fátima, justo dos años después de haber pedido su intersección.
El tiempo de Dios es perfecto. La intercesión de María es divina.