Homilía de Monseñor Francisco Ozoria Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo



HOMILÍA PRONUNCIADA EN LA CELEBRACIÓN
DE DOMINGO DE RAMOS
CATEDRAL PRIMADA DE AMÉRICA
05 ABRIL DEL 2020



Queridos sacerdotes aquí presentes, religiosas,  laicos y sobre todo ustedes que siguen esta celebración a través de los medios disponibles (tenemos que darle gracias a Dios por estos medios que nos dan esta facilidad de participar virtualmente de esta celebración de Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor). Con esta celebración iniciamos la Semana Santa, la semana mayor,  la semana donde conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
La celebración de hoy (de este domingo) Domingo de Ramos, en la Pasión del Señor, tiene dos partes muy distintas: la primera parte, es la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y después, la segunda parte, es la celebración de la pasión, que vimos en la lectura del evangelio; pero la primera lectura nos habla también de esa pasión del siervo de Yahvé, del siervo sufriente de Yahvé, y en la segunda lectura el apóstol Pablo nos habla de ese Dios que sufre, Dios que es Grande, Todopoderoso pero que se  humilla, que se hace nada… y, justamente, nuestra reflexión hoy quiero  encaminarla hacia contemplar estas dos realidades, dos realidades que se dan en el mundo; dos realidades que vivimos nosotros como seres humanos y también como cristianos.
La primera realidad,  es la realidad de los aplausos, la realidad que vivimos en toda la sociedad nuestra,  que nos gusta el reconocimiento; que nos gusta diríamos el figureo; que nos gustan los aplausos…Es una realidad muy metida y muy vivida en todas partes: en la sociedad, en el país, también en la iglesia tenemos esa realidad… mucha gente que le gusta el poder, que le gusta el reconocimiento, que le gusta los aplausos y el populismo, es una realidad. La otra realidad, es lo que Cristo nos enseña en el evangelio  y que San Pablo nos expresa tan bonito: ‘ Cristo siendo Dios, se hizo hombre”. Cristo, que siendo Todopoderoso se hizo nada, el apóstol habla de la kenosis,  que es la humillación hasta el extremo, es el hacerse nada… Ese Cristo, que siendo Grande se hizo pequeño… el anonadamiento. El, se hizo nada.  Y es que Cristo, pasando como uno de tantos, pero dice el apóstol que “Dios lo levantó,  y le dio el nombre sobre todo nombre,  de modo que a nombre de cristo toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y toda lengua proclame que Jesús es el Señor”.

 Esta es la Realidad que nos enseña la segunda parte de esta celebración y nosotros como cristianos tenemos que ver cuál de los dos polos… Vivimos entre esos dos polos:  el polo de los aplausos, los reconocimientos y el poder material y el polo de la vida cristiana, que ha de ser semejante a Cristo que pasa por la humillación para llegar al triunfo, para llegar a la Resurrección.
Sin duda que en esto como nos habla el Papa Benedicto y el Papa Francisco está la parte humana,  la parte del mundo,  el mundo que va por un lado y los creyentes que deben ir por otro lado. El Papa habla de esos creyentes que deben seguir a Cristo, que deben imitar a Cristo sufriente,  a Cristo humilde,  el Papa habla de la mundanización, cuando nos acercamos más al primer polo nos alejamos más del polo de Cristo, del polo de la vida cristiana.
Nosotros tenemos que imitar a Cristo,  en este sentido debemos bajarnos a buscar, asemejarnos a él… ¿cómo lo vamos a hacer?  Jesucristo nos invita a nosotros a ser siervos,  a servir,  a servir a nuestros hermanos, vivir nuestra vida como servicio no cómo poder, no como homenaje y cosas… vivir nuestra vida como servicio,  esto nos pide el señor y de esa manera nos vamos a ser  mejor al siervo sufriente a el servidor,  a el humilde;  es bueno reconocer queridos hermanos, tantos hombres y mujeres que están sirviendo ahora en esta situación de esta pandemia, médicos, enfermeras, servidores que están dando todo y arriesgando su vida, porque corren el riesgo también de ser contagiados…  eso es servicio,  eso es lo que quiere Cristo y así es que nos asemejamos a él,  que seamos imitadores de él que se humilló se hizo siervo por amor a los demás, por amor a esta humanidad él nos invita a seguirle de esta manera siendo servidores, que los aplausos los dejemos a un lado,  que no busquemos los aplausos, que sí busquemos  servir a Cristo en los hermanos.


Ave María Purísima…

+ MONS. FRANCISCO OZORIA ACOSTA
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo
Primado de América