Una de nuestras lectoras nos pidió que compartiéramos este post pues quería conocer cuales son los sacramentales de los que hablamos en un posteo que subimos sobre el rosario en nuestras redes sociales, aquí cumpliendo con su petición se lo compartimos
Sacramentales
Los Sacramentos, lo que la Iglesia Celebra.
Son signos sagrados instituidos por la Iglesia, por
medio de los cuales se reciben efectos espirituales.
Por: Padre Lucas Prados
Los sacramentales son signos sagrados, muchas veces
con materia y forma, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales y
que son actos públicos de culto y santificación. Pueden ser “cosas” o
“acciones”, por la intercesión de la Iglesia (Cfr. CIC. no.1166).
Ellos fueron instituidos por la Iglesia, a
diferencia de los sacramentos, que fueron instituidos por Cristo. Tienen
ciertas semejanzas con los sacramentos. Son signos de la oración de la Iglesia
y nos disponen para recibir la gracia.
Ejemplos de símbolos materiales sacramentales y que
actúan ex opere operantis (obran en razón de la Iglesia):
·
El agua
bendita, la más importante
·
Objetos
religiosos benditos (cruces, medallas, rosarios ……)
Ejemplos de “acciones” sacramentales:
·
La bendición, la más importante, porque se
implora la protección de Dios.
·
La señal de la Cruz
Cuando utilizamos o recibimos los sacramentales, lo
que estamos haciendo es acogernos a la misericordia de Dios y poniéndonos bajo
su protección. Debemos de tratarlos con mucho respeto y estar conscientes de lo
que significan.
Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, tenía
una fe profunda en el poder del agua bendita. Ella personalmente la usaba para
expulsar al demonio y repeler las tentaciones. “Sé por propia experiencia que
no hay nada mejor que el agua bendita para expulsar al demonio de nuestro
lado”.
El agua
bendita es uno de los sacramentales más importantes y usados dentro de la
Iglesia Católica.
Recordemos que los sacramentales se diferencian
claramente de los sacramentos
Los sacramentos producen efecto por su propia
virtud (ex opere operato)… los sacramentales, sólo por la devoción del que los
recibe (ex opere operantis).
Los sacramentos contienen y confieren la gracia
habitual o santificante… los sacramentales nos alcanzan tan sólo gracias
actuales.
Sólo Cristo puede instituir e instituyó de hecho
los sacramentos… los sacramentales, en cambio, han sido instituidos por la
Iglesia.
Los
sacramentos son necesarios para la salvación… los sacramentales, no.
Los sacramentos son siete y nada más que siete,
como definió el Concilio de Trento: bautismo, confirmación, penitencia,
eucaristía, unción de enfermos, orden sacerdotal y matrimonio.
Los
sacramentales son muchísimos. Ejemplo: letanías, aspersión con agua bendita,
limosnas, bendiciones, pan bendito, bendiciones de casas, campos, coches,
exorcismos…
En general los sacramentales dignamente recibidos
producen los siguientes efectos
Obtienen las gracias actuales con especial eficacia
por la intervención de la Iglesia (ex opere operantis Ecclesiae).
Perdonan los pecados veniales por vía de
impetración (ex opere operantis), en cuanto que por las buenas obras que hacen
practicar y por la virtud de las oraciones de la Iglesia excitan en el sujeto
sentimientos de contrición y actos de caridad.
A veces perdonan toda o parte de la pena temporal
debida por los pecados pasados, en virtud de las indulgencias que suelen
acompañar al uso de los sacramentales (v.gr., del agua bendita).
Nos obtienen gracias temporales si son convenientes
para nuestra salvación (v.gr., la salud corporal, defensa contra las
tempestades, etc.)
Respecto al agua bendita. ¿Cuáles son sus
principales efectos?
Si uno se santigua con agua bendita con devoción,
ello produce tres efectos: Atrae la gracia divina, purifica el alma y aleja al
demonio.
El gesto de santiguarse con agua bendita, nos trae
gracias divinas por la oración de la Iglesia. La Iglesia ha orado sobre esa
agua con el poder de la Cruz de Cristo. El poder sacerdotal ha dejado una
influencia sobre esa agua.
Al mismo tiempo purifica parte de nuestros pecados,
tanto los veniales como el reato que quede en nuestra alma.
El tercer poder del agua bendita es alejar al
demonio. El demonio puede entrar perfectamente en una iglesia, sus muros no le
contienen, el suelo sagrado no le refrena; sin embargo el agua bendita sí que
le aleja. Aunque nosotros “con los ojos del cuerpo”, no podamos ver la Cruz que
forma el agua bendita en nuestro cuerpo al santiguarnos, el demonio sí que la
ve. Para él esa Cruz es de fuego, es como una coraza que no puede traspasar.
Para bendecir el agua hay una oración especial en
latín. Sobre ella se echa SAL bendita en el momento de la bendición del agua.
El agua, bendecida de este modo, tiene poderes especiales en la lucha contra el
demonio y las tentaciones. . El demonio le tiene más miedo al agua bendita que
al crucifijo.
–La bendición del agua puede hacerse en la Misa,
según indica el Bendicional (1224): «La bendición y la aspersión del agua se
hace normalmente el domingo, según el rito descrito en el [actual] Misal
Romano» (apéndice 1: Rito para la bendición del agua y aspersión con el agua
bendita). Tras un breve saludo, una de las oraciones que el Misal ofrece, y que
expresa los efectos propios del agua bendita, dice así:
«Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida del
alma y del cuerpo, bendice + esta agua, que vamos a usar con fe para implorar
el perdón de nuestros pecados y alcanzar la ayuda de tu gracia contra toda
enfermedad y asechanza del enemigo. Concédenos, Señor, por tu misericordia, que
las aguas vivas siempre broten salvadoras, para que podamos acercarnos a ti con
el corazón limpio y evitemos todo peligro de alma y cuerpo. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén».
Prevé este Rito que donde «la costumbre popular» lo
aconseje, se conserve «el rito de mezclar sal en el agua bendita», bendiciendo
previamente la SAL. Una vez bendecida el agua, el sacerdote se rocía a sí mismo
con el hisopo y puede luego recorrer la iglesia para la aspersión de los
fieles. En el Tiempo de Pascua, por su carácter bautismal, este Rito es
recomendado especialmente.
–La bendición del agua fuera de la celebración de
la Misa es dispuesta en el Bendicional según su orden propio: signación
trinitaria, saludo, monición, lectura de la Palabra divina, oración de
bendición (ofrece dos posibles), aspersión y despedida. Transcribo una de las
oraciones de bendición:
«Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre
nosotros que, redimidos por tu Hijo, hemos nacido de nuevo del agua y del
Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te pedimos que todos los que
reciban la aspersión de esta agua queden renovados en el cuerpo y en el alma y
te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén».
Es de notar que en tanto que el Misal Romano
bendice la misma agua con fórmula expresa y con el signo de la cruz, la
bendición del Bendicional no realiza una bendición directa del agua como
criatura, y no lleva el signo de la cruz, que le he añadido yo en cumplimiento
del Decreto de 2002, al que ya aludí (223). Por eso estimo más recomendable el
uso de la fórmula bendicional que ofrece el Misal Romano del Novus Ordo, más
fiel a la tradición.