Como les conté en un post anterior de hace un tiempo, mi esposo y yo estábamos viviendo la experiencia maravillosa de los Talleres de Oración y Vida del Padre Ignacio Larrañaga de cuyo grupo continuamos en estos momentos con el Curso Matrimonial, que será de gran bendición.
El Curso Matrimonial nada tiene que ver con un clásico Taller de
Oración y Vida ni en su estructura ni en sus objetivos. En un Taller de
Oración, tanto la estructura como los objetivos trazan una línea
permanentemente vertical: una descendente (Dios me habla) y otra ascendente
(hablamos con Dios).
En el Curso Matrimonial, en cambio, la línea está trazada horizontalmente. Es decir: se trata de un movimiento de comunicación y diálogo, de dentro a dentro, de corazón a corazón. Un movimiento en que se establece una corriente de apertura y acogida, donde los esposos se clarifican, se entienden, se comprenden, se perdonan, se aceptan, entran en armonía, y suscitan un gozo recíproco de amor y paz.
En el Curso Matrimonial, en cambio, la línea está trazada horizontalmente. Es decir: se trata de un movimiento de comunicación y diálogo, de dentro a dentro, de corazón a corazón. Un movimiento en que se establece una corriente de apertura y acogida, donde los esposos se clarifican, se entienden, se comprenden, se perdonan, se aceptan, entran en armonía, y suscitan un gozo recíproco de amor y paz.
Se trata de un Curso, no teórico sino práctico, al
estilo de un taller en que, trabajando, se aprende a trabajar.
Dos referencias nos asisten en todo momento en este
Curso: la reflexión y el diálogo; mejor dicho: la reflexión y la comunicación;
comunicación que no es intercambio de palabras sino de interioridades; casi
podríamos decir, de intimidades.
Es un Curso breve, solo seis reuniones. Podría ser
mucho más prolongado. En consideración a esta brevedad es que damos mucha
importancia al trabajo de casa. Se puede decir que se trata de seis semanas
intensivas. Hemos colocado énfasis y tiempo en la comunicación de a dos,
siguiendo una pauta de reflexiones y preguntas que les daremos en cada
oportunidad y esta pauta será el vehículo potente de comunicación.
Para facilitar esta intensiva comunicación les
proporcionaremos una Pequeña Pedagogía para facilitar la apertura y el diálogo.
Buscamos que el matrimonio funcione armoniosamente;
que renazca el antiguo entusiasmo, brillen las chispas del antiguo amor. Es
posible que aquel primer amor ya perdió el resplandor inicial. Desde sus
rescoldos tienen que surgir el calor y la luz. Tienen que sanarse las viejas
heridas, renacer las antiguas ilusiones, abordar problemas no resueltos y
recuperar la antigua alegría.
Es mucha la materia que tenemos que tratar y poco
el tiempo de que disponemos. Si este Curso sólo consistiera en la reunión
semanal, poco fruto conseguiríamos y no valdría la pena de asumir este
compromiso.
Lo decisivo, lo trascendente de este Curso es el
llamado Nuestro Tiempo Sagrado, es decir, el tiempo exclusivamente dedicado a
poner en práctica la tarea señalada para cada día.
Hemos hecho un ingente esfuerzo para prepararles,
para cada día, un material de meditación y de diálogo, para comunicarse de
dentro a dentro. En vez de ver películas u otros programas de televisión,
reserven diariamente 45 minutos para retirarse, diciendo a los hijos que éste
es Nuestro Tiempo Sagrado.
Qué queremos:
Queremos acompañar a las parejas en su
peregrinación hacia el ideal conyugal. En realidad los esposos se embarcaron en
una aventura que está llena de acechanzas. Cualquier convivencia está sujeta al
desgaste. El amor, como sentimiento humano que es, está revestido de un
inevitable carácter de fugacidad.
¿Qué hacer, cómo hacer para que el desencanto no
acabe congelando la frescura del amor?
¿Cómo hacer para que se respete la libertad
individual en el seno del matrimonio?
¿Cómo lograr coronar con éxito ese complejo proceso
de la mutua adaptación de los esposos?
¿Cómo haremos para evitar que se instale sutilmente
la dominación-sumisión en los tejidos interiores de la relación matrimonial?
En suma, ¿cómo convertiremos la existencia
matrimonial en una fiesta perpetua?