Esta
mañana mientras venía en el metro rumbo al trabajo con mi esposo, un hermano esperado tenía
tremendo escándalo dentro del mismo, predicando.
El
alboroto armado se debía a que el señor estaba “gritando” de forma muy agresiva
citas bíblicas de destrucción e incluso frases de desprecio a las mujeres
aunque por esto último posteriormente pidió disculpas.
Cada
día veo este escenario en el metro y demás medios de transporte publico y me
pregunto: ¿Será que no leen la biblia sino que sólo se la “embotellan”?
No
suelo escribir mensajes de este tipo que puedan ofender a alguno de esos
hermanos esperados, pero… ¿Por qué y para qué atacar tanto?, ¿Por qué juzgar
tanto? ¿A caso son ellos salvos y los demás no? Como saberlo?... no se supone
que el único juez debe ser el Señor?
¿Por
qué y para qué “gritar” la palabra de Dios cuando lo que el Señor los pide es
que la anunciemos, no que la vociferemos casi gritando encima de los que van a
sus trabajos quizás con dolor de cabeza o alguna situación que en lugar de
abrirles el corazón se lo cierra ante tal escándalo.
Si
algo he aprendido en esta vida de fe que he llevado, gracias a Dios, es que el Señor
es un Dios de orden, a Él no le gusta el bullicio. Es bíblico lo que digo, pues
el mismo Jesús sacó a los mercaderes del templo por convertir un lugar de oración
en un “establo de bulla”, de gritos,
desorden y demás. Más claramente lo vemos en 1ª Reyes, 19 -11,14 del encuentro
de Elías con Dios:
“Sal
de la cueva y ponte en el monte ante el Señor. Y he aquí que Dios pasaba. Hubo
un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas; pero Dios no estaba en el huracán. Después
del huracán, hubo un temblor de tierra; pero no estaba Dios en el temblor.
Después
se oyó el susurro de una brisa suave.
Al oírla Elías, se cubrió su rostro con el manto. Entonces le fue dirigida una
voz que le dijo: ¿Qué haces ahí, Elías?...
Él
respondió: Ardo en celo por el Señor, Dios Sebaot, porque los hijos de Israel
te han abandonado, han derribado tus altares y han pasado a espada tus
profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.”
Dios
no estuvo en el desorden, la bulla, el temor del huracán ni del temblor. En el susurro de la brisa suave, ahí estaba
Dios. (En el silencio y la paz)
Aprendamos
realmente sobre la palabra de Dios, aprender y memorizar no es lo mismo que
analizar y practicar. Aprendamos a ver el amor de Dios, no su ira. Aprendamos a
enseñar a los demás a amar a Dios, no a temerle sino a respetarle.
Gracias.