El Adviento nos prepara para el tiempo de Navidad. La
Cuaresma, para la Pascua. Ambos tiempos litúrgicos tienen un acento penitencial
en los que la Iglesia nos invita al arrepentimiento de nuestros pecados y a la
conversión. Ambos tienen como color litúrgico el morado ¿En que se diferencian?
Tiempo de esperanza
Adviento viene de adventus que significa “venida” y tiene
una duración de entre tres y cuatro semanas, dependiendo del día que caiga la
celebración de la Navidad. Este Adviento
durará solo tres semanas (del 3 al 24 de diciembre) y ello ocurre cuando
el 25 de diciembre cae lunes, debido a que cada semana de Adviento inicia con
el domingo.
Las lecturas de los cuatro domingos nos permiten prepararnos
para celebrar el nacimiento del niño Jesús. El Adviento indica el espíritu de
vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. “El Adviendo habla de dos
venidas, los dos primeros domingos de Adviento se enfocan en la segunda venida
de Cristo, y luego de eso, la venida de Cristo en la Encarnación al final del
Adviento”, indica monseñor Bernard Schmitz, párroco de Saint Joseph en Denver.
Para monseñor, Schmitz durante el Adviento, “uno viene
delante del Señor comprendiendo y con la conciencia de que realmente no somos
dignos de estar en su presencia, eso nos hace desear verdaderamente abrazar
nuestra pobreza espiritual y estar abiertos a los dones que Dios tiene para
nosotros”. Por ello aconseja que “ir a misa es de mucha ayuda, como lo es ir a
confesarse durante el Adviento y muchas de las parroquias tiene servicios
penitenciales durante este tiempo”
Durante este tiempo litúrgico es recomendable hacer algún
tipo de ayuno, sin embargo, “eso no es requerido en la vigilia de Navidad”.
“Si vemos el Adviento como un tiempo de preparación para la
Encarnación y abrimos nuestros ojos a la presencia de Cristo en nuestras vidas,
y con el fin de hacer esto, dejamos de ponernos en el centro, hacerlo es un
tipo de penitencia porque se trata de negarse a uno mismo”, afirma monseñor
Schmitz.
Dependiendo del país el Adviento tiene algunas tradiciones.
“Por ejemplo, el rezo de las posadas en México o la novena de preparación para
el nacimiento del Niño Jesús en Colombia, que tienen un acento en la espera de
la venida del niño Jesús”, dice el padre José Saenz, vicario parroquial de
Immaculate Heart of Mary en Lafayette.
Además dentro de este tiempo litúrgico se celebran la fiesta
de la Inmaculada Concepción y de Nuestra Señora de Guadalupe. Algo que, según
el padre Saenz no es casualidad “ya que la patrona de América aparece en su
imagen embarazada”.
Tiempo de conversión y cambio
La Cuaresma por su parte dura siempre lo mismo: 40 días que
van desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa del Jueves Santo y que se basan
en los 40 días del diluvio, los 40 años de marcha del pueblo judío y los 40
días que Jesús pasó en el desierto antes de su pasión.
“La Cuaresma es una preparación para la Resurrección. A
pesar de que el Adviento tiene un enfoque penitencial, ese enfoque está
centrado en términos de abrir nuestros ojos para poder percibir la presencia
del Señor, en cambio la Cuaresma, tiene una intención penitencial más seria con
el fin de imitar a Cristo en sus 40 días en el desierto para poder así
purificarme”, asegura monseñor Bernard. “Si tengo que hacer una comparación,
sería ver la diferencia entre el Señor y los 40 días en el desierto como
preparación para su ministerio. En Adviento, mi comparación sería nuestra
Santísima Madre, en su preparación para dar vida. Si vamos a dar a luz al Verbo
de Dios, nos tenemos que preparar para eso”, indica el sacerdote.
Algunos consejos
En muchas ocasiones el espíritu festivo propio de los días
previos a la Navidad puede menguar el carácter penitencial del tiempo de
Adviento. Ante esto, algunos buenos hábitos pueden ayudar al recogimiento y a
la preparación para la venida de Jesús. “Pueden hacer un ayuno de carne los
viernes o hacer ayuno ese mismo día. Pueden asegurarse de ir a confesarse.
Pueden decir un rosario como familia. Pueden hacer un ayuno de música navideña
por un periodo de dos semanas hasta que la novena de Navidad empiece, o pueden
retrasar la celebración hasta la Noche Buena”, indica monseñor Schmitz. Todo
esto son hábitos externos que pueden preparar el corazón para lo más
importante: Preguntarse también “¿A
quién tengo que pedir perdón antes de que llegue la Navidad?, porque el mejor
regalo que le podemos dar a los demás es nuestra presencia, ¿Ante quién no he
estado presente?¿Con quién tengo que encontrar el modo de poder llegar a él o
ella para sanar?”.
Así, cada uno de estos tiempos litúrgicos puede marcar un
hito en la vida espiritual del cristiano, porque como dijo el padre Saenz: “El
Adviento es más carismático y la Cuaresma, más contemplativa”.
Fuente: Denver Catholic