Ascensión y Asunción ¿cuál es la diferencia?

El 15 de agosto es la gran fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María al cielo, un día de precepto para los católicos.

En esta gran fiesta la Iglesia recuerda que María, al final de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma al cielo, donde reside en la actualidad. Esto es diferente a lo que ocurre a la mayoría de cristianos, cuyos cuerpos permanecen en la tierra, mientras que sus almas van al cielo.

Pero ¿por qué llamamos a este milagro “Asunción”? Nuestro Señor Jesús también fue al cielo en cuerpo y alma al final de su tiempo en la tierra, pero para Él usamos el término “Ascensión”.

La diferencia está en el modo con el cuál llegaron al cielo

Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, con ambas naturalezas: humana y divina. Cuando Él fue al cielo en cuerpo y alma al final de su vida terra, Él lo hizo con su propio poder. Jesús mismo fue el agente activo del milagro. Jesús ascendió al cielo.

En cambio María es una criatura de Dios, dependiente enteramente de la gracia de Dios para todo. Ella no fue al cielo con su propio poder, sino que fue llevada al cielo por Dios. Es decir, fue el agente pasivo del milagro. María fue asunta al cielo.

La teología católica generalmente es muy cuidadosa con estas palabras. Hay que tener en cuenta que pequeñas diferencias en terminología pueden tener enormes implicaciones en cuanto a su real significado.

María no fue la única: dos personajes bíblicos que también fueron asuntos al cielo.

Enoc
El caso de Enoc es algo enigmático. Es mencionado sólo en 6 versículos del libro del Génesis, pero lo que se dice de él que es fascinante:


“Iéred tenía ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Henoc. […] Iéred vivió en total novecientos sesenta y dos años, y al cabo de ellos murió. Enoc tenía sesenta y cinco años cuando fue padre de Matusalén. Enoc siguió los caminos de Dios. Después que nació Matusalén, Henoc vivió trescientos años y tuvo hijos e hijas. Enoc vivió en total trescientos sesenta y cinco años. Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó”. (Génesis 5.18, 20-24)

Elias

Elías fue uno de los más importantes profetas del Antiguo Testamento. Un día, mientras caminaba con Eliseo, “un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino”. (2 Reyes 2, 11)



La Biblia también nos cuenta que “Al ver esto, Eliseo gritó: ‘¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!’. Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos. Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se detuvo al borde del Jordán”. (2 Reyes 2, 12-13)

Fuente: Churchpop