Cuando un nuevo año comienza nos proponemos muchas metas, desafíos,
sueños.
Deseamos lograr en ese año todo lo que el año anterior no nos permitió
conseguir.
Comenzamos con entusiasmo, con nuevas fuerzas, con deseos de lograr lo
que tanto anhelamos.
Al principio, todo nos parece fácil, tenemos doce meses para lograr
nuestros objetivos, por lo tanto no nos desesperamos y nos tomamos el tiempo.
Pronto nos damos cuenta de que el año pasa rápidamente, y con la misma
velocidad se lleva nuestras decisiones.
Todo tiene su tiempo. Si bien es cierto que no debemos malgastar la
vida, tampoco es sabio tomar decisiones apresuradas. A veces decidimos algo sin
pensar demasiado en las consecuencias, y eso es causa de que algunas cosas nos
salgan mal. No obstante, hay proyectos y sueños que “tienen su tiempo”, y si
dejamos pasar ese tiempo, se irán con la vida y nunca los veremos realizados.
El político, científico e inventor estadounidense Benjamín Franklin, en
una de sus conocidas reflexiones dijo: “No dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”, y yo me atrevo a agregar: “pero tómate un tiempo para pensar
detenidamente antes de hacerlo”.
Pidamos siempre la dirección de Dios antes de tomar una decisión
importante. Pidamos siempre su consejo cuando estemos confundidas o inseguras.
Pidamos su ayuda cuando la carga sea demasiado pesada para nosotras. Pidamos a
Dios que nos acompañe cada día, que camine a nuestro lado, asiendo nuestra
mano, y que cuando estemos cansadas él nos lleve en sus brazos.
Él sabe lo que necesitamos, pero espera que se lo pidamos. De esa manera
estrechamos comunión con él. Por eso, te invito a arrodillarte cada mañana para
hablar con el Señor, imaginando que él está a tu lado escuchándote.
Él se siente feliz al ver que sus hijos toman un momento en su día para
hablarle. Así lo sentirás cerca y su ayuda vendrá cuando la necesites.
Al comenzar este nuevo año, antes de fijarte metas, sueños o desafíos,
proponte estar cerca de Dios, vivir a su lado, contarle tus sueños y serle
fiel.
Entonces te sentirás segura de que él te ayudará a lograr lo que te
propongas
y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Eclesiastés
3:1.
Enviado por: Wendy Muñoz