Queremos proclamar que somos pueblo sacerdotal. Dar testimonio de la santidad de la iglesia en Cristo Jesús, que con su Santo Espíritu la une y sostiene en su cuerpo glorioso.
Oremos por todas las vocaciones y por todos nuestros sacerdotes; por aquellos capaces de dar la vida por las ovejas que el Señor les da a pastorear, por el alma de los que ya partieron y por aquellos que han lastimados a las ovejas.
Y tal como nos manda el Señor, oremos, acompañemos y curemos las heridas de nuestros hermanos, ovejas de su rebaño que han sido heridos por sus pastores.
Somos bendecidos en diversidad de grupos y movimientos juveniles. Comprometámonos a seguir formando y acompañando a los jóvenes a que descubran su vocación en Cristo Jesús. Para que todos juntos desde nuestra espiritualidad digamos como San Pablo: Arraigados en Cristo, firmes en la fe.
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