El secreto de la vida

Descubrí el secreto de la vida… Sí, el verdadero sentido de la vida y te lo voy a revelar.


La vida es un misterio maravilloso cuyo secreto es simplemente amar como Dios amó; amar al grado de estar dispuesto a dar la vida por amor, tener un corazón dispuesto a darse por entero, sólo por amor.


Hay cosas que sólo se ven con los ojos que han llorado, las lágrimas que derramamos por amor, lavan nuestros ojos para poder ver con claridad la esencia de la vida que consiste en amar. “Ninguna herida como la del corazón” (Eclesiástico 25; 13)


Lo que más se parece al amor de Dios es el amor de una madre, de aquella que se olvida de todo por sus hijos, que lo da todo por ellos, se quita la comida de la boca para que ellos puedan comer, y da la vida, si es necesario, por ellos. Les perdona y olvida todo porque su amor es más grande que cualquier dolor, rencor o sufrimiento que le puedan causar.


EL amor de pareja, también es uno de los amores más bellos que se pueden experimentar, aunque a veces nos duela. Hablo del amor real, del que sale del corazón hacia los hermanos, ya sea nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra comunidad, amigos, familia, padres, nuestro prójimo. La clave está en eso… en amar.


La Biblia está llena de pasajes donde se menciona esa palabra tan bella… amor. La historia de la creación se inicia en ese amor que Dios tiene hacia su creación, haciéndola perfecta, sí perfecta porque es a su imagen y semejanza. La historia de la salvación está fundamentada en el amor de Dios por su pueblo, y en todos los pasajes que vemos como en las Sagradas Escrituras se manifiesta el amor de Dios, en diversos acontecimientos que podemos leer.


La vida de Jesús es la manifestación más grande del amor de Dios, desde antes de ser enviado, después de su llegada, durante su vida con todos los signos y prodigios, los milagros, las sabias palabras y su entrega en la cruz para después resucitar, todo esto por amor. “Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amó hasta entregarse por ustedes a Dios como ofrenda y sacrificio de aroma agradable.” (Gálatas 5; 2)


La fuerza más grande con la que contamos es el amor, la fe mueve montañas pero el amor lo cura todo. Los diez mandamientos se resumen en una sola oración: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, básico… AMAR. “… por eso el amor es el cumplimiento pleno de la ley” (Romanos 13; 10)


El Espíritu Santo derrama grandes dones a cada uno de nosotros, dones individuales que nos permiten vivir en comunidad (… “sopórtense unos a otros con amor”… (Efesios 4; 2)), poniéndolos al servicio de los demás con amor, pero hay un don especial que les infunde a todos los seres por igual y ese es el amor. “… el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio propio. Frente a estas cosas no hay ley que valga”. (Gálatas 5; 22)


Si ser verdaderos hijos de Dios, debemos estar desbordantes de amor hacia los demás “Amen con sinceridad: aborrezcan el mal y tengan pasión por el bien.” (Romanos 12; 9); sólo así viviremos mejor y cambiaremos el mundo, el Señor nos invita a vivir y convivir por medio del amor sirviendo de manera sincera y cristianamente (…”Todo lo que hagan, háganlo con amor” (1 Corintios 16; 14)).


La famosa cita del libro de San Pablo Apóstol, en su primera carta a los Corintios en su capítulo 13 lo dice claramente, sin amor no somos nada, el amor lo es todo, el amor lo puede todo, el amor es lo más grande, más que la fe y la esperanza. El amor nunca terminará, porque Dios es amor y Dios es eterno. Nada más vale que el amor, porque Dios es amor. El Señor nos dice; “Vengan a mí los que aman” (Eclesiástico 24; 19)


El corazón limpio y puro que nos pide el Señor que tengamos, es aquel que esté lleno de amor. Quien lo tiene tendrá grandes bendiciones y de mucha gente buena, ángeles guardianes y grandes testimonios, porque eso se nota. El corazón puro destella de luz en medio de las tinieblas.


1 Corintios 13; 1-8, 13 y 14, 1 nos dice:

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.


El amor es paciente, es servicial, el amor no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará…


Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más grande de todas es el amor. Busquen el amor…”


Escrito por Tahiana Cruz.